La destacada asesora experta en cerezos, Marlene Ayala, se refiere a la situación productiva actual de cerezas en Chile y a los cuidados y precauciones que se deben considerar para lograr un correcto crecimiento y desarrollo del árbol durante los meses de lluvia, viento y frío.
La “fiebre de la cereza” ya es una realidad. Cada año, los números de exportaciones y zonas productivas de cerezos están aumentando en nuestro país. Según la información entregada por Red Agrícola, el Comité de Cerezas de Chile estima que los envíos durante la temporada 2021/2022 aumentarán a 387.268 toneladas, lo que representa un alza de 9,8% en comparación al año anterior.
Marlene Ayala, experta en cerezos, Doctora en Horticultura y docente de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), afirma que cada año la cereza se está convirtiendo en un fruto tradicional chileno, por lo que es necesario prestar mayor atención al desarrollo productivo del cerezo y las mejoras que se pueden implementar.
“La industria de cerezas está madurando, en su calidad de producción y cantidad de toneladas exportadas. Antes, el cerezo no se valoraba tanto como la vid, los manzanos y perales, hasta que por fin lo están posicionando en el lugar que se merece”, afirma Marlene.
Según los datos que maneja Marlene, en Chile hay cerca de cincuenta mil hectáreas de cerezos, ubicadas mayoritariamente en las regiones de O´Higgins y Maule, debido a las buenas condiciones ambientales que favorecen su rendimiento y rapidez productiva. Otras de las regiones donde se ha notado un desarrollo considerable en la producción de cerezos son la Metropolitana, Valparaíso y Ñuble.
Sin embargo, a pesar de la gran valorización que está recibiendo la cereza, la asesora agrega que durante el último tiempo los productores han tenido que enfrentar las consecuencias generadas por la pandemia del Covid-19, tales como el alza de los costos de los materiales y la logística del transporte. Además, las consecuencias del cambio climático, que afectan directamente las condiciones climáticas, factor relevante para la producción de cerezos y su fruta.
En ese sentido, Marlene señala que el cuidado que se le otorgue al árbol durante la temporada de invierno y otoño resulta importante para cantidad de fruta que se pretende recolectar entre a finales de la primavera y verano. Por lo cual, Ayala ha compartido ciertas recomendaciones para proteger el cerezo durante los meses de viento, frío y lluvia.
“Entre marzo y abril, el árbol comienza a aclimatarse y endurecerse, por lo que el productor debe empezar a disminuir lentamente la cantidad de riego que le entrega, ya que la demanda de agua baja. Lo mismo ocurre con la fertilización, especialmente con la nitrogenada, ya que ésta activa el crecimiento del cerezo, lo que puede generar complicaciones en el manejo de su producción en verano. En su reemplazo, se puede aplicar foliares, pero también en poca cantidad”, recomienda Marlene.
Además, durante la época otoñal, la investigadora indica que lo ideal es que la caída de hojas ocurra de forma natural. Sin embargo, hay casos en los que no sucede de esa manera, debido a las alteraciones ambientales provocadas por el cambio climático. En este caso, la experta señala que es necesario promover una caída sincronizada de las hojas entre abril y mayo, aplicando sulfato de zinc y urea, con algunos estimulantes que están presentes en el mercado agrícola.
“Una de las principales razones que produce el ingreso de patógenos en los cerezos son las heridas que dejan las hojas al caer. Entonces, si el productor logra generar una caída sincronizada de las hojas, puede realizar acciones preventivas de inmediato, cubriendo esas heridas con productos bactericidas y fungicidas en el invierno, porque esa es la temporada en la que las bacterias entran al cerezo, debido a su preferencia por el agua libre y bajas temperaturas”, argumenta Marlene.
También, es necesario pintar los troncos para evitar que el frío craquele la corteza y no se introduzcan enfermedades, hongos o insectos al cerezo, los cuales podrían terminar con sus hojas y frutos.
Finalmente, una de las principales medidas que el productor debe considerar para obtener un adecuado crecimiento del cerezo, en medio de las olas de viento y extensas lluvias, es una correcta implementación del sistema de conducción, el cual permite no solo guiar el crecimiento del árbol hacia arriba, sino que también hacia los costados, evitando su ruptura.
“En lugares con vientos y mayor presencia de lluvias, los árboles con sistemas de conducción requieren soportes que permitan mantener firme su carga frutal y conducir correctamente sus ramas. Para ello, es importante contar con un adecuado tipo de alambre y sistema de anclaje que sostenga los polines unidos, lo que implica considerar un buen cálculo de ingeniería. No es llegar e instalarlo, porque un fuerte viento en otoño o invierno podría botar todo el huerto”, indica Marlene.
Por ello, la asesora destaca la calidad de los productos Inchalam y valora el aporte teórico/práctico de las investigaciones y estudios que nuestro equipo de expertos de Agroinchalam ha realizado con la PUC Chile, lo que le ha permitido ampliar sus conocimientos sobre los diferentes tipos de alambres que fabrica la empresa y conocer el alto compromiso que tiene con el desarrollo del mundo agro con la entrega de soluciones y mejoras para sus necesidades.
“Gracias a la información que nos entregan los tutores de Agroinchalam hemos aprendido mucho sobre los tipos de alambres más adecuados para un determinado sistema de conducción, cómo saber si se encuentran en buen estado, las tensiones para un uso correcto. Existe un gran potencial respecto de los alambres que fabrican, y la importancia que tienen en los sistema de conducción”, sentencia Marlene Ayala.