Debido a que la vid es una enredadera que no es capaz de sostenerse por sí misma, es fundamental utilizar un sistema de conducción que permita guiar y sostener su crecimiento, para maximizar el rendimiento de fruta, facilitar el manejo del viñedo y mejorar el microclima que influye en la aparición e impacto de enfermedades causadas por hongos.
En ese sentido, los expertos e ingenieros agrónomos Ignacio Serra y Arturo Calderón, docentes de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, se refieren a las características de este sistema de conducción de vid y recomendaciones que hay que considerar para su implementación.
A su vez, un viñedo se establece para permanecer productivo al menos treinta años, por lo que la elección del sistema de conducción a utilizar debe ser cuidadosa, y la espaldera de vid es una de las opciones más utilizadas por el mundo agrónomo, principalmente en España.
Este sistema vertical busca generar un microclima adecuado para promover la fotosíntesis y maduración de los frutos. Dentro de sus características generales, se destacada por guiar brotes dirigidos hacia arriba desde los “brazos” y “cordones” de la planta, para formar una “pared”.
Entre las ventajas de utilizar la espaldera de vid, los expertos indican que la espaldera logra adaptarse al crecimiento de todas las variedades de vid, su manejo es simple y permite utilizar sistemas de poda corta, larga y mixta. Además, la cosecha es fácilmente mecanizable y es posible hacer prepodas mecánicas.
También, algunas operaciones como deshojes, raleo de racimos, chapoda, entre otras, se facilitan por la ubicación de racimos en la parte baja del dosel y la parte pequeña de los brotes que están en la parte alta de la vid.
Para la implementación de este sistema de conducción, los ingenieros señalan que los postes centrales o cabezales que sostienen la espaldera deben estar ubicados de cuatro a seis metros de distancia sobre la hilera, y entre dos a tres metros entre la hilera, con una inclinación de 45° a 60°. Además, estos deben estar acompañados de polines de madera o acero galvanizado que afirmen los postes de la estructura en la tierra.
Sobre la hilera, las plantas se pueden ubicar desde 1 a 1,5 metros entre ellas, formadas con uno o dos brazos, siendo esta última opción la más utilizada.
Mientras que la distancia entre cada hilera debe ser al menos igual a la altura del dosel, para evitar la sombra que podrían provocar las hileras aledañas. En ese sentido, normalmente se determina una distancia de dos a tres metros, para también facilitar el paso de las maquinarias.
El alambre que va entre los postes está encargado de soportar el peso de la fruta, para lo cual los expertos recomiendan utilizar el alambre 17/15 sobre los 0,9 mm. Mientras que para la zona sur, es preferible que vaya desde 1,2 mm., debido a las fuertes oleadas de viento.
Por otra parte, los alambres llamados móviles que están ubicados al medio del alambrado, permiten guiar los brotes verticalmente. Generalmente, se utilizan al menos dos pares de alambre tipo galvanizado n°2 y 16.
Al momento de la cosecha, una de las consideraciones que los docentes recomiendan tener presente, es que las chapodas, que son cortes de ápices o puntas de brotes, deben hacerse cuando los brotes sobrepasan la altura de los postes centrales, con frecuencia variable según el vigor, debido a que la fruta puede quedar sobreexpuesta y desarrollar golpes de sol, baja acidez y pobre coloración.
En comparación a sistemas de conducción libres como el vaso, la espaldera tiende a tener una mayor superficie que está expuesta, por lo que requiere más agua y se adapta menos a los terrenos de cultivo seco, por lo que el riego es un factor clave en la rentabilidad de este sistema.
Finalmente, a la hora de implementar la espaldera de vid, los expertos recomiendan considerar el potencial productivo en la zona; principalmente por el clima, ya que los rendimientos promedios en zonas como la Araucanía son bastante más bajos que en la zona central de nuestro país.